Wednesday, November 08, 2006

Cosas...de ventanas


Estas tardes de otoño maduro me traen una calma distinta cuando salgo a pasear improvisadamente a cualquier lado.
Me gusta empuñar mi paraguas más viejo, el de mango de madera gruesa y cálida. Hoy la calle huele a otoño más que nunca. Por eso necesito pasear tan largamente, creo que ése es el mismo olor que sale de mi cuerpo en estos días.

Me voy perdiendo en este soliloquio íntimo sobre nostalgias y olores mientras cruzo la avenida y su tumulto. Ya la humedad empieza a condensar su sombra de agua, empañando todos cristales… y cada vez resulta más difícil atisbar quién nos mira desde el otro lado de las lunas de los escaparates, desde los coches detenidos, desde las ventanas más bajas… Es una rareza mía, acaso, esta supuesta obsesión de saberme mirada por alguien cercano y silencioso cuando me pierdo por calles que nunca antes exploré.

Pero hoy (no tengo duda) no hay para mí ningún observador secreto. Hoy todos los ojos miran aterrados al centro de una plaza pequeña y concurrida. Todas las palabras se invierten en preguntas sobre lo que allí ha pasado. Todos los pies se detienen vacilantes ante el horror expuesto sobre el suelo. Parecen insolventes, las energías empleadas por la policía local, para reducir las huestes de curiosos empeñados en indagar de cerca los detalles.

Hoy una mujer yace en el suelo, desplomada, quizás desde varios pisos de altura. Está empuñando en su mano un teléfono móvil (no sé si sus oídos podrán aún escuchar, cuando en las pupilas, es ya tan evidente la crispación de la muerte) el interlocutor insiste en preguntar:

-¿Petra, estás ahí?... No dices nada, cariño… ¿Eso significa que apruebas mi decisión?... Petra. El viaje es mañana, no me hagas perder tiempo, cielo… Dime, ¿que te parece mi traslado voluntario?... ¡Petra, Petra!... estás ahí?...

Cómo celebro, en este instante, tener en las manos mi precioso paraguas que tanto me protege. Toda la gente debería llevar uno así en estos días…. La lluvia sigue derramando su olor y su poder sobre todas las gentes y las calles, la lluvia sigue y sigue… es una pena que no todos sepamos disfrutar de su nostálgica belleza.