Tuesday, May 23, 2006

La Primera Inmersión


Teodosio nunca fue, por naturaleza, partidario del suicidio... y menos de practicarlo de un modo escandaloso. ¡Que luego ya se sabe, lo que tiene uno que oír! ¡De todo!
La primera vez que se le pasó por la cabeza fue aquella semana en que Cayetana (la portera del vecindario) se puso a limpiar los cristales del portal con un disco de Camela como música de fondo... así, sin justificación aparente, Camela a todo volumen de Lunes a Viernes y de 9.00h a 11,00 de la mañana... Teodosio, que era sensible, el hombre... y que no quería molestar con sus discrepancias, se fue sumiendo, día a día al pasar por el portal en una progresiva depresión que se adueñó de su cuerpo a ritmo de lolailo y taconeo.
Ya no quería bajar a por el pan, y dejaba que Tobi hiciera sus necesidades en la única maceta del salón con tal de no tener que pasar por la portería y volver a escuchar a la pareja cantarina.
El Sábado, mientras sonaba con potencia la voz de la chica envuelta en sus coros acústicos, ya no pudo más y decidió tirarse por la taza del Water (en un descuido de Tobi)... Y así lo hizo... se tapó la nariz por no sé que malentendidos escrúpulos y se zambulló de cabeza en su retrete. Así, con decisión y valor (sin mirar siquiera si había algo antes de saltar). Primero advirtió con sorpresa que en verdad él era un ser pequeño... quizás mucho más insignificante de lo que había podido llegar a pensar nunca. ¡Cómo si no poder nadar tan ágilmente en aquél medio!
El resultado fue que, Teodosio, lejos de teminar con su existencia, comenzó una vida nueva y subterránea envuelta en nuevos olores, nuevos sonidos, texturas y formas...

Monday, May 22, 2006

Abierta Oscuridad

Tiempo I

(Impaciente en el quicio de la puerta...)

Déjame señora que hoy no venga a chupar la punta de tus pies... si no a lameeeeeeerla... Esa manera tuya de aplastarme entero contra todas las paredes de cualquier urinario es el mejor regalo que me puede hacer tu vientre en un día como hoy. Si mi ama está triste, yo dejaré que me pise (con su tacón de aguja) en este trozo de carne que sólo me duele por ella y luego me arrodillaré a llorar sobre sus pies. Mi querida Ama...


Tiempo II

(El dolor y la risa colgados del silencio)

Pídeme que te calme con un trozo cualquiera de mi cuerpo... ¡Oh Ama mía!... Y me lo arrancaré, si es preciso, para colmar tus ansias de dominio... Mira este cuerpo duro, joven y agitado sólo con el placer de imaginar tus besos mordiéndome en el vientre... Cúbreme los ojos con tus pechos inmensos y morenos mientras busco tu olor a ciegas en la violenta oscuridad. Oh, mi Ama!... Sé que estás desnuda, con tu piel sudorosa y dulce de deseo latiendo junto a mí. Sé que estás pesando en castigarme.


Tiempo III

(De vuelta a la soledad)

Ahora estás dormida, Ama mía... Contemplo tu cuerpo desnudo... Y sé que es el lecho perfecto para cada parte cansada e hinchada de mi cuerpo... Pero no sé si me dejarás reposar sobre tí sin castigarme (quizás nunca haya sido yo el objeto de tu ira).
Me moriré si no me hieres al fin.

¡Son tan fieros, hoy, tus ojos!... Ama mía.