Wednesday, July 19, 2006

MANUELA


Manuela, Manuela… Ay Manuela…

Fantaseas sin pudor en cada gesto. Vas trazando (con tus tacones rojos) largos pasos de mujer, con tus pisadas de hombre, con esos pies de hombre, Manuela, con tu cadera de hombre, con tu llanto de hombre… Vas soñando que llevas ese pecho desnudo brillando en el paseo, cosechando deseos silenciosos y miradas ardientes que te erizan entera, como ortigas, Manuela.

Ya olvidaste aquel bodrio del pasado, los besos a escondidas (de tu pubertad) en los evacuatorios masculinos. Y aquellas manos invasoras y furtivas de don Paco… ¡Hay, don Paco y sus manos!

Ya colocas la voz, en el registro justo, de la sensualidad más envolvente. Ya tienes la mirada profunda de una felina quieta. Ya te invocan, Manuela, aquellos hombres que antes, tan espontáneamente te ignoraban. Ya se vuelven los ojos (silentes...lascivos intrusos en las calles) a contemplar tu contoneo de Diosa, en la distancia… Manuela.

Puliste cada segmento de tu cuerpo de hombre, cada arista macada por la virilidad y aprendiste a vencer cada tortura del alma. Cada condena injusta de todos esos diminutos jueces invisibles (la mezquindad les ahogó en sus propios juegos).

Ahora que te amas más que nunca. Ahora, que no escondes la blanquecina longitud de tus dedos. Ahora, por fin te sabes grande, Manuela. Y vas escribiendo tu historia con agrietados labios de carmín en los nostálgicos rincones del deseo.

Monday, July 03, 2006

Hay cuentos y cuentos, claro...

"Tú no encontrarás seguramente a faltar esa Rusia que no ha querido saber nada de tí, ni la ciencia que no conoces, ni la estúpida alegría de una velada báquica y venérea. Tienes veintisiete años y una vida gris delante de ti. Y la vejez es peor que la muerte, y la muerte vendrá de todos modos, y será mucho más terrible. ¿No es tal vez mejor llamarla en la plenitud de la fuerza y cogerla con la propia mano, en vez de tener que temerla más tarde, todos los días, como se teme a un acreedor del cual no se puede huir? ¿no es mejor ser un héroe en un solo momento de la vida y que este momento sea el último, pero el más grande, el único verdadera y místicamente libre?

Sieroska no pudo resistir el nuevo curso de sus pensamientos."

Giovanni Papini... jugando a arañarnos la esperanza en uno de sus cuentos.